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Discussió:Dansa de la Moma

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Esta es una danza pantomímica, es decir, que representa una pequeña historia: el asedio y ataque de los siete Pecados Capitales, los Momos, capitaneados por la Soberbia, a la Virtud o la Gracia, la Moma. A lo largo de su desarrollo, la Moma es acosada, tentada y fingidamente golpeada, para finalmente vencer sobre sus enemigos.

La indumentaria de la Danza se ha conservado bastante bien. Como desde el siglo pasado diversas poblaciones adoptaron la Danza para engalanar sus procesiones de Corpus o patronales, diversas roperías o casas de alquiler de trajes tenían vestidos de momos y moma. De ahí las pequeñas variantes en colores.

El Momo lleva una túnica corta que le cubre hasta las caderas, con manga larga. El color varía desde el rojo anaranjado hasta el granate. La tela era arpillera o algodón. En torno al vuelo o borde inferior de la túnica y a lo largo de las mangas llevan unos adornos de tela negra recortada y cosida en forma de rama con hojas. El escote tiene forma de T, con una tira de tela amarilla a modo de puntilla. En algunos ejemplares este escote está ribeteado en negro. En fotografías y grabados antiguos se aprecian unos lacitos, presumiblemente amarillos, sobre la costura de la manga en el hombro. También llevaban abierta el final inferior de la costura central de la espalda, que iba bordeada con una tira amarilla similar a la del escote.

Los calzones son hasta la rodilla, negros con tiras amarillas horizontales. Antiguamente estas tiras iban desde la cintura hasta el extremo inferior, pero en los modelos actuales son tiras más anchas y sólo cubren las perneras. Los calzones se anudan a la rodilla. Las pantorrillas se cubren con medias blancas, y se calzan los pies con alpargatas de careta, de suela de cáñamo o esparto, y sujetas al tobillo con vetas de algodón negras.

El sombrero es una pieza cónica compuesta de tiras de tela amarillas, rojas y verdes, cosidas al forro, puestas de forma horizontal y solapadas de arriba abajo. Lleva una cogotera de tela verde, de unos cuarenta cms. de larga, bordeada de una tira fruncida amarilla, con un motivo diabólico de tela negra cosida: un dragón o un lagarto. En un traje antiguo que pudimos ver este motivo iba impreso, y debajo de él el nombre del pecado: Soberbia, Ira, Lujuria, etc. En la actualidad, en alguna población se ha buscado el símbolo animal correspondiente a cada uno de los pecados, y tal es la figura que lleva el pecado correspondiente cosida en la cogotera. Completan su atuendo con un antifaz negro, que en los grabados antiguos se aprecia más grande, cubriendo toda la cara como una máscara.

El equipo del Momo se completa con el bastón, que antes era delgado y con el extremo curvado, como un gaíato o cayado, y ahora es más grueso, de unos tres o cuatros cms. de diámetro; la longitud sigue siendo de un metro.

La Moma lleva un traje al estilo tradicional valenciano, de mujer. Es de color blanco en su totalidad. Antaño la falda podía ser de color más o menos suave, y antes de la recuperación de Pardo y Garrido no era extraño que saliera con falda azul; pero el color dominante siempre ha sido el blanco. En la cabeza lleva una mantilla blanca, de tela, de las tradicionalmente llamadas "de media luna" por ser de forma semicircular. Sobre la mantilla llevaba una corona hecha de flores, aunque ahora porta una de latón dorado rellena de aquellas. Lleva guantes y zapatillas blancos. En la mano derecha empuña con un pañuelo un cetro dorado. Arenas Andújar afirma que este cetro estaba rematado con el escudo de la ciudad, y que en el costado izquierdo llevaba un jarroncito con más flores. La cara la lleva cubierta con un antifaz con falda o babero, blancos, que le cubren todo el rostro. Debe tenerse en cuenta que según una rancia tradición oral la Moma debía ser un hombre barbado, y debía ir bien cubierto, tanto por recato como por ocultar su masculinidad.

La Moma, a partir de 1860 aproximadamente, llegó a tener un aspecto lastimoso. Pero hoy día los bailadores que hacen de Moma, conscientes de su protagonismo, han tenido especial cuidado en la confección de "su" traje de Moma, y se atavían con meticulosidad y preciosismo. Así, el corpiño se elabora como los antiguos jubones del XVIII, Con ballenas; la manteleta y el delantal, así Como la falda del antifaz, se bordan con algunos hilos de oro y con motivos eucarísticos. El resultado dignifica todavía más el baile.

Pasemos ya a describir éste. Para ello, seguiremos el esquema de la reconstrucción de Fermín Pardo y Sebastián Garrido, tal y como viene explicitado en el libro de Salvador Seguí y del propio Fermín Pardo. Este esquema, popularizado gracias a este volumen, ha sido el adoptado por todos los danzantes de los diferentes pueblos y localidades donde se representa la Danza.

La Danza camina en la cabalgata o procesión en dos filas de tres momos, y detrás van el Momo Soberbia con la Moma. Los momos llevan el bastón reposado sobre el hombro izquierdo. En Valencia los pecados delanteros llevan sendas banderas rojas con un motivo demoníaco -un dragón- pintado en negro. Las astas de estas banderas van Coronadas con un ramo de plantas verdes. Antaño, cuando la Cabalgata del Convite la abría el Capellán de la Ciudad, estos momos abanderados le precedían, como se ve en el rollo de la Procesión conservado en el Ayuntamiento de Valencia. No deja de ser ésta una paradoja: los pecados abren el camino al sacerdote. Paradoja que, como hemos visto, es bien presente en toda la procesión, y expresa la idea de que no puede haber Bien sin el Mal.

Para bailar, los dos abanderados dejan sus estandartes y se preparan para el cuadro o figura que Corresponda. La pantomima completa -presentación, amedrantamiento, tentación, derrota del Mal- se compone de siete figuras. Los danzantes no la hacen íntegra, sino que, a lapsos de cuarenta o cincuenta metros, se paran, y bailan una figura, por ejemplo, la primera; luego caminan otro trecho, y bailan la segunda; a veces paran porque hay amigos o familiares, o porque la gente lo pide insistentemente. Normalmente, la Danza sólo se baila íntegra, es decir, las siete figuras seguidas, sólo interrumpidas por los intermedios entre figura y figura, en el ensayo preliminar, que tiene lugar en el patio de la antigua Facultad de Teología -que es donde se cambian de ropa los integrantes de la Procesión- y al terminar la Cabalgata, en un escenario que se instala cerca de la puerta de la Catedral.

Cada figura dura la misma cantidad de tiempo, y las seis primeras tienen la misma música; sólo la última tiene una melodía diferente. El ritmo lo marca el tambor o tabalet, y la música la ejecuta el dulzainero o doçainer, con la dulzaina o dolçaina.

Los bailadores se mueven al paso de vals o de estribillo de jota; paso que corresponde posiblemente a un momento histórico más moderno que el ritmo de la música de la Danza, que es de 3/8. Esto crea problemas de adaptación y seguimiento, sobre todo si los bailadores no son experimentados. Pero debemos recordar que la Danza tiene un pasado complicado, y ello ha influido en su configuración.

El primer cuadro o figura es el de la Presentación: los Momos se colocan todos en fila, menos la Soberbia y la Moma, que juntos se quedan frente a los otros. Al sonar la dulzaina todos dan una vuelta sobre sí mismos, y así se quedan durante todo el resto del cuadro, girando en determinados momentos. Al terminar la música, cesan de bailar y hacen una reverencia, a la cual la Moma contesta graciosamente cogiendo la falda con las manos y extendiéndola.

El segundo cuadro parte de la situación anterior, y es el rotgle o círculo: al sonar el tabalet, y con el paso de vals, la Soberbia se despega de la Moma y recorre la hilera de sus secuaces zigzagueando entre ellos, y al pasar junto al primero, todos le siguen, formando un círculo que envuelve a la Moma. Entonces suena la dolçaina y los momos toman sus palos y tienden un extremo a su compañero, sujetando cada uno el otro: de esta forma cierran el círculo, con los palos a modo de vallas, y giran primero en sentido contrario a las agujas del reloj, y luego a la inversa. Al terminar la melodía, recuperan su palo que apoyan en el hombro, y se inclinan ante la Moma, que responde de nuevo el saludo.

Se inicia el tercer cuadro o la gábia o jaula: Los momos empuñan su bastón y colocan el extremo a pocos centímetros por encima de la corona de la Moma, formando como una cúpula enrejada. Algunos bailadores virtuosos que hacen de Moma se agachan ligeramente, para acentuar la sensación de opresión. Pero al final de la melodía, la Moma levanta su cetro, gira sobre sí misma, y los palos vuelven al hombro de los pecados.

Los pecados inician entonces la tentación: sigue el círculo, y la Soberbia entra en él, acosando y persiguiendo a la Moma en su estrecho interior, siempre en paso de vals, mientras los demás pecados siguen girando manteniendo el corro. Normalmente siempre lo hemos visto así, aunque Seguí y Pardo especifican que el pecado que tienta es el Segundo, no el Primero, que es la Soberbia. También afirman que después van tentando todos los pecados, terminando con el Primero, que es el más fuerte. Sin embargo, esta figura suele reducirse a la tentación de un solo pecado. Al terminar la melodía, todos se saludan.

El quinto cuadro mantiene el círculo, y ahora los momos fingen golpear a la Moma, asiendo su bastón, levantándolo por encima de su cabeza, y todos a una, converger al centro, sobre la cabeza de la Moma, sin tocarla, formando como la jaula, pero que ahora se abre y se cierra rítmicamente. Al igual que antes, la Moma levanta el cetro, gira, y todos se saludan.

Ahora se pasa ya a la última prueba, a la cual he oído llamar, no sé por qué, el puente. A mi entender, recuerda el castigo militar de la "carrera de baquetas", tan en boga en el siglo XVIII; en él, el penado debía pasar por un corredor formado por dos filas de soldados enfrentados, los cuales empuñaban las baquetas, varas metálicas o de madera utilizadas para limpiar el ánima del fusil. Al pasar el castigado, se descargaban sobre sus espaldas golpes con las baquetas. Esta punición ha conservado un recuerdo en un juego infantil valenciano, llamado Sant Vicent o gínjols y caparres -azufaifos y capones-.

El cuadro consiste en que los seis momos menores forman un pasillo, tres frente a tres, y tienden los palos cerrando el pasillo de forma transversal, como si fueran vallas. El pecado mayor toma a la Moma del brazo, y la conduce a través del mismo. Al llegar a una de las barreras formadas por un par de palos, los momos que los sostienen los levantan, y la Soberbia y la Virtud cruzan por debajo, inclinándose ésta ligeramente, y consiguientemente, humillándose ante los pecados -recuérdese la vergüenza del ejército romano en el episodio de las Horcas Caudinas-. Al igual que en la carrera de baquetas, deben ir y volver por el mismo corredor. Finalmente, los momos hacen el corro, y se saludan.

Después de esta humillación -y recuérdese que el ya citado Fray Luis de Granada recomienda vivamente la humildad como medio de salvación y de victoria sobre el Maligno-, la Virtud ha vencido. Los momos han rehecho el corro, pero ahora la melodía musical cambia. Los momos golpean sus palos con los de sus compañeros laterales -dos con el de la izquierda, dos con el de la derecha-, mientras la Soberbia mantiene su palo en alto cuando sus compañeros adyacentes se giran hacia él, y cruzan con él los golpes, y pega en el suelo cuando sus compañeros lo hacen con los del otro lado. Esto se repite tres veces, mientras dura la melodía, y al terminar, los momos saludan a la moma, con el bastón sobre el hombro. Entonces, ya sin música, o con los compases finales -según el montaje del maestro o maestra de danzas local- la Moma va tocando con su cetro en la cabeza a los momos, sin salir del corro, y los pecados se van arrodillando, dejando caer el bastón al suelo. Finalmente, quedan todos arrodillados en torno a la Moma, la cual entonces hace su reverencia.

Como ya hemos dicho, esta coreografía corresponde a la que Blasco y Arenas Andújar transmitieron a Garrido y Pardo, y que éstos montaron. Sin embargo, conservamos otra posibilidad en las anotaciones de la transcripción musical que el padre Mariano Baixauli y Viguer, S. J., recogió a principios de este siglo de los hermanos Pedro, Vicente y Salvador Díaz, los cuales la conocían por haber sido tabaleters de su abuelo. Dicha melodía, que fue publicada por los citados Seguí y Pardo, poseen unas someras notas coreográficas. De entrada, melodía y ritmo son diferentes a las de Blasco, aunque la base es muy similar: 3/8 para Blasco, 6/8 para los Díaz; la melodía final tiene el mismo ritmo, 2/4, para ambos transmisores. En cuanto a dichas notas, se dice que "entra la Moma en la barraca que forman los momos", dicha barraca debe corresponder a la jaula, pero aquí es la Moma la que entra; y después pugnan por romperla dos momos sin conseguirlo, hasta que la Moma la toca con su cetro, y la desmonta.

Estamos ante una versión más pantomímica y menos ordenada que la de Garrido y Pardo. Creo que la razón de esta diferencia se encuentra en que la Moma, ya muy esporádica a principios del siglo XX, fue montada en sus últimas apariciones por maestros de danza, entre ellos don Ramón Porta. Estos maestros sin duda le quitarían algo de su viveza y teatralidad, la cuadrarían más y la ajustarían a un esquema rígido, que es el que nos ha llegado.

En cuanto a la variante musical, es posible que el abuelo de los hermanos Díaz interpretara una melodía que fuera más propia de una Moma de alguna localidad cercana a Valencia, pues parece ser que, por la variedad de tocatas que existen en la colección del Padre Baixauli, estos dulzaineros tocaban también en otros lugares. En cualquier caso, hoy día la música interpretada corresponde a la transmitida por Joan Blasco, y que tocaba a principios de este siglo su maestro, Santfeliu. No obstante, la colección del Padre Baixauli ha sido importantísima para conocer melodías que se habían perdido totalmente, de las cuales no quedaba memoria oral.

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